Robert Francis Prevost, ahora León XIV, vivió una juventud marcada por el deporte. Durante sus años como estudiante en la Universidad de Villanova, de donde se graduó en 1977, intentó sin éxito formar parte de los Villanova Wildcats, el equipo universitario de baloncesto. Aunque no superó las pruebas, su interés deportivo lo llevó hacia el tenis, disciplina que adoptó con entusiasmo durante su vida como religioso en Perú.
Prevost, nacido en Chicago en 1955, fue misionero en tierras peruanas desde 1985, donde combinó su vocación pastoral con momentos en la cancha de tenis, deporte que llegó a describir como su forma de mantener equilibrio físico y mental. “Siempre que podía, tomaba la raqueta. El tenis me ayudó a pensar mejor”, dijo en una entrevista años atrás.
Además de su formación religiosa en Roma y sus estudios en Teología en París, Prevost es licenciado en Matemáticas por Villanova. Desde sus primeros años mostró interés por la vida comunitaria y la enseñanza, integrándose a la Orden de San Agustín, con la que viajó a Latinoamérica. En 2015 adoptó la nacionalidad peruana, tras décadas de servicio en el país.
El 8 de mayo de 2025 fue elegido como el Papa número 267, tomando el nombre de León XIV. Su elección marcó un hecho sin precedentes: es el primer pontífice nacido en Estados Unidos y el primero en provenir de la Orden de San Agustín. Al asomarse al balcón de la basílica de San Pedro, saludó al mundo con un “la paz sea con ustedes”, y en castellano envió un mensaje especial a Chiclayo, su antigua diócesis.
A sus 69 años, León XIV llega con el reto de unir a la Iglesia en medio de una época compleja, pero su historia demuestra que no solo ha sabido guiar con firmeza, sino también con humanidad y pasión, incluso desde la línea de fondo de una cancha de tenis.
