La Selección Colombia atraviesa su momento más crítico desde que Néstor Lorenzo asumió como entrenador, luego de una preocupante caída en el rendimiento tras la final de la Copa América 2024. De acuerdo con las estadísticas oficiales, el equipo nacional pasó de un invicto imponente a una racha llena de dudas y resultados negativos.
Antes de la final continental, el balance era impecable: 25 partidos, 19 victorias, 6 empates y ninguna derrota. Un rendimiento del 84 %, con 50 goles a favor, apenas 16 en contra y 14 vallas invictas. Sin embargo, desde ese partido decisivo, todo cambió.
En los 10 encuentros posteriores, Colombia solo ganó 2, empató 3 y perdió 5, con una efectividad del 30 %. El equipo marcó 12 goles, pero recibió la misma cantidad, y apenas pudo mantener su arco en cero en dos ocasiones. Los números son la muestra de una involución notable y una evidente crisis futbolística bajo el mando del técnico argentino.
Los cuestionamientos no se han hecho esperar. Lorenzo no ha logrado mantener el nivel competitivo y que el equipo ha perdido solidez táctica, confianza en el juego y contundencia en ataque. Todo ello sumado a las convocatorias y las decisiones en los partidos, manteniendo a jugadores en niveles muy bajos, empezando por el propio James Rodríguez. La “horrible noche” parece no tener fin, y el camino hacia el Mundial se llena de incertidumbre.