Dicen que las cosas se parecen a su dueño. Pues en este caso, los equipos se parecen a sus ciudades. Real Cartagena es fiel reflejo de su casa: La Heroica completa nueve alcaldes en seis años; Real Cartagena, 19 técnicos en 12 años. Y detrás de ambos, siguen los mismos dueños.
Este domingo, Cartagena eligió a la novena persona que ocupará la silla del Palacio de la Aduana, luego de una nueva crisis administrativa, de esas a las que tanto nos hemos acostumbrado.
Dos días después, Real Cartagena designó al que será su décimo noveno director técnico de los últimos doce años, sumido en una de las más profundas crisis de resultados. Sí, también a esas nos hemos acostumbrado.
La Heroica ha tenido el infortunio de elegir mal a sus gobernantes, dirían los expertos, y eso ha dado como resultado administraciones que ahondan más en la crisis institucional de la ciudad, y mandatarios que salen de sus cargos antes de terminar su período.
Los Heroicos, a su vez, han fallado en la mayoría de decisiones que han tomado con respecto a quien lleva el timón del equipo desde el banquillo. Y sí, ellos también han terminado por ahondar aún más la crisis administrativa y futbolística del equipo. Y sí, también terminan saliendo de sus cargos rápidamente.
Milton García asumió de manera interina la dirección técnica del equipo auriverde este martes, tras la salida de Marco Antonio Indaburo, que se lleva el deshonroso reconocimiento de tener el tercer peor rendimiento de las últimas dos décadas: un pobre 27,45%.
Diecinueve técnicos en doce años. Cifra tan escandalosa como la de mandatarios que han pasado por la Alcaldía. La lista comienza con Néstor Otero en el oscuro primer semestre de 2006 en Sincelejo: un punto de doce posibles, rendimiento del 8,3%. Solo dirigió cuatro partidos.
Lo remplazó Álvaro de Jesús Gómez, y aunque pareciera increíble, todo pudo ser peor: 0% de rendimiento, cero puntos de 27 disputados. El peor rendimiento en la historia de la institución cartagenera, y seguramente, de las peores en la historia del FPC.
Julio Comesaña intentó recomponer el barco en ese mismo primer semestre de 2006 y ganó dos partidos como visitante, pero terminó yéndose también en el segundo semestre tras otra crisis de resultados, y luego de liarse a puños con Jorge Luis Pinto del Cúcuta.
Llegó entonces Walter Aristizábal, ya entrado el segundo semestre de 2006: cuatro técnicos en un solo año. El pereirano se quedó hasta 2007, pero cuando el descenso parecía inevitable, dejó su cargo y dejó el eterno Hernán Darío Herrera.
“El arriero” esta vez no se salió con la suya. Descendió, jugó la B, pero esta vez no tuvo la misma suerte de sus dos estancias anteriores en las que regresó al equipo a primera. También salió, y a mediados de 2008, le dieron el equipo a un novato, que resultó siendo ídolo de la institución.
Hubert Antonio Bodhert Barrios tuvo el proceso más sólido y productivo de este lapso. Más de tres años al frente del club, ascendió y promovió la mejor camada de jugadores cartageneros. En 2009 llegó a cuadrangulares, y el auriverde siempre dio de qué hablar.
Pero cuando parecía que por fin la institución cartagenera entendía lo que es un proceso en el fútbol, y cómo este puede dar resultado, lo cortaron. “Ascendieron” a Bodhert a mánager general, y otra vez comenzó el equipo a dar tumbos. Sí, los mismos tumbos que da la ciudad.
Mario Alberto Vanemerak puso la cuota inicial del cuarto descenso. Pasó con más pena que gloria por Los Heroicos, con un equipo mal armado, que no jugaba a nada, guiado por su terquedad. Llegó en 2011, y se fue en 2012, dejando más de una pelea casada con periodistas e hinchas.
Lo remplazó Germán ‘Basílico’ González, pero el equipo siguió pavimentando su camino hacia la segunda división. Cuando poco o nada quedaba por hacer, llamaron a Hubert Bodhert, quien terminó descendiendo en su segundo ciclo al frente del cuadro cartagenero.
En 2013, en la primera B, llegó José Fernando Santa. Un equipo vistoso, con mala defensa pero con un ataque de miedo, que marcó 106 goles en el año, fue semifinalista de Copa Colombia, y estuvo a punto de disputar la final del ascenso: 62 puntos de 126 posibles, con un rendimiento del 49,2%.
El sinsabor de no ascender se calmaba con la esperanza de un proceso de la mano del pereirano, para volver a la A en el año siguiente. Pero otra vez, hubo una mala elección. El portugués José Domínguez, y toda una trama de fantasías que pintaron alrededor de la “internacionalización del equipo”. Un candidato que enamoró con sus palabras, pero que decepcionó con sus acciones de gobierno.
Domínguez hizo 31 de 63 puntos posibles, un rendimiento del 49,2%. No le fue tan mal matemáticamente, pero el equipo jamás se encontró y perdió partidos fundamentales. Y como la mayoría de los malos gobernantes, también se enemistó con la prensa y el pueblo.
Se fue al iniciar el segundo semestre, y apareció Juan Eugenio Jiménez, quien dirigía en las inferiores. Sumó 26 de 51 puntos, con un 50,9% de rendimiento, pero la eliminación de los playoff en 2014, y el desastre en el cuadrangular de ascenso en Bogotá en 2015, provocaron su “abdicación”.
Jota Jota López se sentó en “el trono del Morón”. Hizo 25 de 45 puntos disputados, rendimiento del 55,5%, el más alto de las últimas campañas. Pero su espíritu de tirano terminó por romper la interna del grupo: perdió el respaldo de “su gabinete”, y renunció.
Y vino la tercera reelección, sin referendo, sin cambiar ‘articulitos’ ni ofrecer notarías: por aclamación popular. Volvió Hubert Bodhert, “un caudillo del pueblo”. En su período, de casi un año, tuvo un rendimiento del 47,7%, ganando apenas 37 de 78 puntos en disputa. Para el Torneo de 2016, lo rodearon de un gabinete de experiencia, pero al cuarto partido, llegó el fallo que lo destituyó e inhabilitó.
Designaron entonces a un príncipe: Giovanni Hernández, al que la mayoría del pueblo rechazó, porque no se sentía representado en él. Fue un período verdaderamente atípico, pues estuvo solo tres meses, y renunció para “no inhabilitarse” y aspirar a ser técnico de Junior. Sumó 22 de 45 puntos, un rendimiento del 48,8%.
La nueva elección recayó en José Manuel Rodríguez, “Willy”, quien tenía la fama de haber salvado otros equipos. El valluno sumó 38 de 75 puntos en disputa, un rendimiento del 50,6%: no fue tan bajo, pero no le alcanzó para mantenerse en el poder.
Reeligieron entonces a José Fernando Santa, quien en su segundo período, solo pudo lograr un rendimiento del 45,5%, obteniendo 41 de 90 puntos en disputa, y al final del 2017, le revocaron su mandato.
Su segundo al mando, su “vicealcalde”, fue designado para continuar con las riendas del club. Marco Antonio Indaburo, sin embargo, tuvo las manos atadas, y con uno de los gabinetes más débiles e inexpertos que ha tenido el club, solo pudo ganar 14 puntos de 51 posibles, teniendo un pésimo rendimiento del 27,45%.
A Indaburo también lo “destituyeron e inhabilitaron”, y en su lugar asumió Milton García, el decimonoveno de la lista: con un equipo en el fondo de la tabla, y en el punto más profundo de su crisis, es poco lo que se puede esperar de este nuevo “mandatario interino”.