Colombia se atreve: cómo Skokka tomó Medellín y Bogotá

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La propuesta era directa: traducir lo digital a conversación de barrio. Entre principios de septiembre y los primeros días de octubre, Skokka desplegó una estrategia de activación territorial en las dos principales capitales colombianas, apostando por el contacto directo, la pedagogía instantánea y un mensaje claro sobre verificación y seguridad.

Bogotá: laboratorio urbano

La capital sirvió como primer escenario. Del 8 al 17 de septiembre, el equipo recorrió arterias neurálgicas: Chapinero Alto, La Candelaria, Zona T, Andino, además de campus universitarios como Los Andes, Tadeo y City U. Puntos como el Septimazo, la Zona Rosa, Parque 93, Galerías y los entornos del Movistar Arena concentraron la acción.

El método: promotoras equipadas con tablets, cartelería visual y disposición para resolver dudas en tiempo real. Sin intermediarios, sin filtros. El saldo: 1.778 nuevos registros en diez jornadas, con mayor concentración en franjas nocturnas y circuitos culturales.

El perfil bogotano —cosmopolita, estudiantil, con fuerte presencia extranjera— facilitó intercambios abiertos y sin prejuicios. Skokka Bogotá no irrumpió: se instaló con naturalidad en el ecosistema de la ciudad.

Medellín: aceleración paisa

Con la experiencia capitalina bajo el brazo, Medellín recibió una versión amplificada. Entre el 25 de septiembre y el 6 de octubre, la activación cubrió 12 días consecutivos en zonas estratégicas: Provenza y Parque Lleras (corazón de la vida nocturna), La 70, Estadio y Laureles (fútbol y rumba), El Poblado y Santa Fe (comercio y modernidad), más territorios con personalidad propia como Manrique, Aranjuez y Belén.

También tocaron íconos urbanos: Parque Explora, Jardín Botánico, Planetario, y se extendieron hacia municipios aledaños como Itagüí, Envigado y Sabaneta.

A pesar de imprevistos climáticos y ajustes sobre la marcha, Skokka Medellín superó expectativas: 1.898 registros, cuatro promotoras en terreno y miles de impresiones mediante afiches y stickers distribuidos estratégicamente.

Un hallazgo relevante: mayor participación femenina. Mujeres preguntando por la plataforma, consultando por perfiles masculinos, evidenciando una apertura más explícita hacia la exploración del deseo. Además, hoteles mostraron interés en alternativas digitales confiables frente a los riesgos del comercio informal, especialmente en un contexto marcado por el turismo sexual.

Dos ciudades, una misma táctica

Bogotá aportó diversidad, flujo universitario y mentalidad cosmopolita. Medellín sumó actitud, energía creativa y un pulso más intenso. En ambas plazas, la fórmula fue idéntica: cercanía, claridad y capacitación. Promotoras visibles, dispositivos a la mano, tono respetuoso y explicaciones sin rodeos.

El mensaje que caló: Skokka es una plataforma global y diversa que ofrece herramientas para conectar con mayor tranquilidad.

Verificación: el diferencial en juego

La campaña puso el foco en algo concreto: perfiles verificados. En un entorno donde conviven categorías como escorts, masajes eróticos, transexuales y travestis, chicas prepago y acompañantes masculinos, la validación de identidad operó como garantía.

Según la organización, Skokka es la única plataforma en Colombia que ofrece este tipo de certificación. Ese dato inclinó decisiones en la calle: transformó dudas en registros y marcó distancia frente a alternativas con menos controles.

Radiografía de resultados

Bogotá (10 días): 1.778 registros. Rendimiento destacado en zonas nocturnas (Zona T, Zona Rosa, Parque 93) y ejes culturales (Septimazo, Movistar Arena).

Medellín (12 días): 1.898 registros. Picos en Provenza/Parque Lleras, La 70/Estadio/Laureles y corredores turísticos/modernos (El Poblado, Santa Fe, Explora–Botánico–Planetario).

Lecturas transversales: alta curiosidad ciudadana, mejor recepción con presencia femenina visible en el equipo, interés creciente desde hoteles por soluciones digitales seguras, y participación femenina emergente (con mayor énfasis en Medellín).

Más allá del registro

Fusionar presencia digital con roce humano funciona cuando hay coherencia estética, educación y respeto. En Bogotá, la ciudad operó como lienzo: afiches, stickers, intervención directa en plazas, calles y discotecas. En Medellín, la marca dialogó con la creatividad local, demostrando que placer, arte y cultura pueden coexistir sin tabú.

El aprendizaje no es puramente cuantitativo: se validó una conversación ciudadana donde placer, conexión y libertad se entienden como prácticas responsables. Para el usuario quedó claro que existen alternativas con mayor control, verificación y transparencia. Para la marca, una confirmación: Colombia responde cuando el mensaje se adapta al ritmo local y la ejecución respeta contextos y sensibilidades.

Próximos pasos

Con 3.676 registros combinados en menos de un mes y un mapa de microzonas de alto rendimiento ya identificado, el desafío es refinar: segmentar por clústeres urbanos, reforzar franjas horarias críticas y sostener la verificación como pilar de valor.

Dos ciudades, dos pulsaciones, una misma conclusión operativa: cuando la ciudad está lista para escuchar, la calle es el mejor canal.

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