Historias para leer en cuarentena: El Cine

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Foto: Cortesía

Por:  JEANETTE A. SANCHEZ L.

Era el anochecer y me estaba alistando como siempre para ir a mi sitio de trabajo –El Cine-. Algo distinto sucedería, algo fuera de lo común que, nunca antes, había sentido. Impactado, perplejo e intrigado me arreglé con ansias y emoción, ¿cómo algo que no conocía me causaba tanta alegría? Necesitaba descubrir pronto que aceleraba los latidos de mi ser.

La esperanza de descubrir ese sentir, me hizo llegar rápidamente. Mis compañeros se inquietaban al verme tan radiante.

-No sé qué sucede, pero presiento que algo muy bueno pasará.

– ¿Ni siquiera sospechas a qué se debe el motivo de tu efusividad?

-No, Oscar. –Contesté. –Lo que sí sé, es que estoy demasiado ansioso.

-Al verte así, también quiero descubrir rápido cual es el motivo de tanta felicidad, para ver si también despierta en mí el mismo sentimiento. –Dijo, riendo.

Mientras bromeábamos y trabajábamos atendiendo a cada una de las personas que llegaban al cine esa noche, miré fijamente a una chica muy linda, por lo que José, otro de mis compañeros me preguntó: – ¿Ella es tu presentimiento?

Quedé pensativo, pero al final respondí: -No. La verdad es muy simpática pero no sé, aún siento la misma sensación con la cual desperté”.

– ¿Cómo harás para saber lo que ansías? -Inquirió él.

-Lo sentiré en mi corazón.

Se hacían las 9:30 de la noche y me preguntaba ¿Qué es este presentimiento? ¿Qué me pasará? ¿Cómo descubrir qué causa todo esto?

De repente, mi mejor amigo irrumpió en mis pensamientos. – ¿Aún no te ha sucedido ese algo bueno que esperas?

-No, Antonio. Serán casi las diez de la noche, pero aun el día no termina. Seguiré esperando paciente. –Respondí calmado, sin embargo, el desespero se apoderaba de mí.

– ¿Y si estar trabajando de noche te está enloqueciendo? –Preguntó riendo.

-Entonces, enloqueceré paciente. –Dije, enojado.

Poco a poco aumentaban los latidos de mi corazón, mi cuerpo se estremecía al ardor de una sensación que erizaba cada poro de mi piel. ¿Qué sucede? Qué sensación tan extraña.

Sin la más remota idea para saber cuál era la causa de todo, mi mente indagaba las múltiples posibilidades que podrían dar como resultado lo que pasaba. ¿Ganaría la lotería? ¿Ganaría algún premio? ¿Encontraría mucho dinero? ¿Encontraré a mi alma gemela? De todas las causas, la última era la menos posible, cuando de repente ¡Ahí estaba el origen de todo! Mi cuerpo se volvió un témpano de hielo, mi rostro empalideció, mi voz enmudeció y en el susurro de la noche, sus caderas caminaban al compás de los segundos de una manera tan suculenta, tan deliciosa, ¡tan peculiar!

Tomé impulso y grité: – ¡Ahí está! Tragué en seco por temor a que sus oídos hubiesen escuchado los alaridos de mi alma. Mis compañeros me miraron, la miraron y al unísono preguntaron: – ¿Tanto drama por esto? Es algo normal, te gusta la chica, pero ni siquiera sabes quién es.

-Nunca antes la he visto, así que no podría decirles que me gusta; pero, mi aura cambió apenas el brillo de su cuerpo iluminó todo este lugar.

-Qué poético. –Dijeron riendo.

-Estoy hablando muy en serio. Nunca antes me había sucedido, pero ella es la causa de todo esto. Antes de que llegara me encontraba atravesando muchos estados, parecía el agua cambiando de sólido a líquido o viceversa, o simplemente evaporándome en el cantar de mis pesares, pero cuando ella llegó dejé de sentirme tan extraño y ahora siento que hay algo más fuerte que nuestros cuerpos, que nos une.

– ¿Cómo podrías estar tan seguro? ¿Cómo sabes que es buena chica? –Inquirió Antonio. –Es hermosa, pero el cuerpo oculta lo podrido que puede cargar el alma.

-A simple vista, no parece ser mala. –Dijo Oscar. – ¡Caray, Antonio! ¿Quién te hizo tanto daño como para pensar eso?

-No se trata de mí. Estoy previniendo a mi mejor amigo. Quiero que sea cauteloso.

-Bueno, no digo que sea malo que lo cuides, simplemente recuerda que también el cuerpo refleja el sentir del alma. Ella se ve muy hermosa, quizá su alma también.

– ¡Mmm! El diablo antes de ser diablo, fue ángel.

– ¡Basta! Ninguno aquí la conoce, pero siento una conexión tan fuerte con su ser que me arriesgaré a las consecuencias que pueda traer el conocerla.

– ¿Y si tiene novio?

Sus palabras penetraron como estrellas fugaces que buscaban caer en el mar de mis pensamientos, pero se habían equivocado de rumbo y en vez de descansar, causaban en mi un torbellino de emociones. ¿Puede alguien que no conoces, causar tantos estragos? Sí, ella lo ocasionaba.

Mi razón decía que Antonio podía tener la razón, pero mi corazón se empeñaba en buscar la estrella fugaz que iluminara mi cielo. No sabía qué hacer y lo peor, era que ella ni siquiera se daba por enterada de todo lo que causaba, solo con haber llegado esa noche.

Al volver a donde ella se encontraba, su cuerpo se dirigía hacia la salida. Sentí que la estaba perdiendo sin siquiera tenerla, por lo que debía encontrar la forma de acercarme con una buena excusa. De tanto pensar qué iba a hacer para hablarle, me distraje y cuando reaccioné, ella no estaba. ¿Volveré a verla? ¿Y si nunca más la encuentro? Entonces me dije: Si algún día vuelve, la ¡amaré como a nadie se ha amado! Quizá para ustedes esto sea tan extraño, de la misma manera en que lo era para mí al sentirlo, pero de algo sí estaba seguro y era que lo que ella despertaba no lo había hecho nadie jamás.

¡Y sucedió! Volvió, pero esta vez, tomada de la mano de otro hombre. Sentí celos, desespero y angustia porque la mujer por la cual quería luchar caminaba con alguien distinto a mí. Puede que esta historia les parezca descabellada, incluso podrían decir que parezco psicópata ¡Ja, ja, ja! Pero no, y sé que muchos de los que me escuchen, han sentido esa conexión con un ser tan especial y al que siempre recordarán si no está a su lado.

-Tranquilo. –Dijo Antonio, al notarme tensionado. –Puede que sea desconfiado, más de lo que debería y quizá mis palabras de antes te hirieron. Sabes que mi intención no es lastimarte, solo prevenirte. Mantente tranquilo, puede que sea su amado o puede que sea algún familiar.

– ¿Crees que el destino nos quiera juntos?

-No lo sé mi querido amigo, no lo sé. Atiende a tu corazón y equilíbralo con la razón, ello te dará una buena balanza y dibujará un panorama en el que puedas tomar las decisiones correctas. Por ahora sigamos trabajando.

Al finalizar la función, era poco más de las doce de la noche y ella se marchaba sin notar mi presencia, sonriente y con ese ímpetu que la caracterizaba.

Finalmente, sí había ocurrido algo bueno para mí ese día, pero me embargaba la duda de saber si volvería a verla y podría hacerla mía. ¿Emoción pasajera o giro radical?

Desde que la vi, no volví a ser el mismo. Siempre ansiaba encontrarla otra vez, porque la pensaba, la soñaba, la anhelada, incluso llegué a pensar que la necesitaba, porque en cada cosa que hacía, me imaginaba haciéndola con ella y coloreando paisajes con escalas de los colores que la vida nos presentara y confiando que nuestro amor sobrepasaría los límites.

Dos semanas después, ¡volvió! Era la mujer más bella para mí, ella era lo que mi universo necesitaba, ella era el sol de mi vida y ¿Cómo podría decírselo? Nuevamente caminaba junto a ese hombre y al mirarlos fijamente, noté cómo sus manos recorrían su hermosa silueta, como ella pasaba de ser del viento y el tiempo, a ser de él. Ella se volvía su amada y yo, tan solo me esfumaba en el tic tac del reloj.

Algo distinto sucedió, su mirada penetró mi ser y pude sentir que su esencia me pertenecía así sea efímeramente. Estaba satisfecho, pero a la vez un abismo de oscuridad se refugiaba en mis entrañas de tan solo pensar que lo que sentía, debía morir porque ella no era el ave que volaría para mí. Qué penoso amor, ¡no nacimos para amarnos en esta vida! Y volvió a suceder, quedé paralizado e inmóvil para acercarme y hablarle.

Los días pasaban y pasaban y entonces soñaba e imaginaba un mundo de cien mil colores, donde el poeta era yo para adornarla con versos y estrofas a diario, un mundo donde nuestro amor no conocía fronteras y era tan intenso, como la fuerza del mar cuando eleva una ola casi del tamaño de su inmensidad. Todo ello lo imaginaba a través de la ropa que llevaba puesta, con la que intentaba descifrar su lenguaje encriptado, sus ideales, su comida favorita, sus metas e incluso sus más grandes silencios. ¡Bella serena! ¿Qué sería de mí si no te hubiera conocido? Y ella decía -Tú eres mi vida entera-. Pero de golpe, desperté agitado, al mirar que era un sueño que no se haría realidad.

Cada noche la imaginaba escuchando mis más íntimos secretos y compartiéndole cómo había sido mi día; pero era solo un amor platónico, un amor del que nunca se enteró, un amor que, con el avanzar de los meses, causaba huecos en mi alma.

La noche en que menos la esperaba, ella venía, caminaba hacia mí y entonces, mi subconsciente me dijo que había regresado porque sentía lo mismo que yo.

-Disculpa, ¿en qué sala es esta película? –Preguntó, mientras me enseñaba dos boletas.

Estaba absorto, viéndola con cara de tonto, enmudecido.

-Disculpa, ¿puedes indicarme a dónde debo dirigirme? –Insistió, enojada.

Al fondo, un grito se escuchó: Susan, ¡amor! Y ella respondió: –Mi vida, ¡aquí estoy esperándote!

¡Pobre de mí ser! Una daga lo atravesó vilmente, porque descubrí que la seguía queriendo, que el tiempo no me había hecho olvidarla, que el estar distante no sirve de nada cuando el corazón se empeña en aferrarse a alguien ¡Pobre de mi ser! Si ella no me correspondía.

-Síganme. –Dije cabizbajo.

Miles de pensamientos cargados de rabia hacia mí me invadían ¿Por qué volviste? Hubiese sido mejor no verte nunca más ¿Por qué me enamore de ti? ¿Para qué te conocí? ¿¡Por qué llegaste a mi vida!?

Iba saliendo enfurecido de la sala ocho, cuando sentí que alguien tocaba cálidamente mi espalda, trasmitiendo en mí un fuego ardiente que cobijaba cada centímetro de mi piel.

-Hola. –Dijo tímidamente. Tomó un suspiro y dijo: -No debería estar haciendo esto, pero creo que no podré seguir luchando con lo que siento.

Ella se acercó y en medio de un cálido beso, recorrió todo mi cuerpo haciéndome sentir cada pliegue de su ser, cada partícula que la componía armónicamente y en esos mágicos segundos ella fue toda mía y yo fui todo suyo. Nuestros cuerpos se hicieron uno solo, olvidando que tal vez en aquella sala, alguien podría vernos y de todas esas personas, ese alguien tal vez hubiese sido su novio; pero no, no pasó, ¡nadie nos vio! Fuimos nosotros en las llamas de la pasión y el deseo, tratando de congelar al tiempo, pero fui un intento fallido porque los minutos pasaron con la rapidez de las olas cuando tocan la arena y se regresan al mar. De pronto, ella, me soltó y corrió alejándose de mí, pero se volteó y grito: -Soy Susan Espinoza.

– ¡Me llamo Santiago! –Exclamé sonrojado.

¡Mi rosa de espinas! Su apellido me recordaba lo que ella significaba para mí y entonces, amé más a esa rosa durante ese poco tiempo en el que me hizo suyo y borró toda la ira que sentía mi ser, al haberse enamorado de un amor al que solo pude tocar por unos segundos, pero al que iba a sentir toda la vida.

Sin embargo, hasta el sol de hoy, jamás la volví a ver y aún cuando creí que ella volvería a buscarme, nunca lo hizo.

– El tiempo pasó y ahora mis queridos nietos puedo decirles que, con mi avanzada edad, ese fue el amor más loco que tuve. Aunque, pude comprender por qué nunca estuvimos hechos el uno para el otro.

– ¿Por qué abuelo?

-El destino tenía guardada una buena mujer para mí, aquella que comprendería mi voz y mis silencios, aquella que sabría despertar en mí sensaciones inigualables. Todos tenemos un amor al que desearíamos haber amado, pero por causas ajenas a nosotros, nunca se pudo y entonces es ahí donde descubrimos que la vida tenia a alguien hecho a la medida y para mí ese alguien es su abuela. No me arrepiento de nada y por el contrario me siento orgulloso porque gracias a ella, pude formar la familia que tengo, tenerlos a ustedes y ser lo que somos ¡Una familia perfectamente imperfecta! Una familia en la que, a pesar de los problemas, nada la derrumba.

– ¿Cuándo conociste a la abuela?

-Tres años después.

– ¿Durante ese tiempo no estuviste con nadie?

-No, mi querido nieto. Con nadie. Me conservaba para la persona correcta porque me había dolido mucho lo que Susan hizo conmigo esa noche, porque en vez de ayudarme a olvidarla, me hizo aferrarme más a ella.

– ¿Y qué sentiste cuando conociste a la abuela?

-Todo se resume a la paz que ella causó en mí y supe que era la persona que el cielo me había entregado como un preciado tesoro.

-Gracias abuelo por contarnos tu historia.

Minutos después, todos nos encontrabamos reunidos en la mesa que estaba en el jardín, esperando que la comida llegara para degustar un exquisito menú que se había hecho en conmemoración de mi aniversario matrimonial. Y de repente, mi esposa dijo: – ¡Adivinen quién ha llegado!

– ¿Quién? –Inquirí.

-No les había hablado de ella porque quería presentárselas en persona, ¡es un amor! Nos hemos hecho muy amigas en las reuniones que tenemos en el club y decidí que, para este día tan importante en nuestra vida, ella nos acompañara.

-Es un día para estar en familia mujer, sin embargo, dinos a quién has traído.

-Pasa querida, te presento a mi familia. –Dijo la abuela, señalando a su amiga.

– ¡Me place mucho saludarles! Me llamo Susan Espinoza.

– ¿Susan Espinoza? -Gritaron los niños. – ¿Abuelo? Repetían rápidamente una y otra y otra vez.

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Comunicador Social y Periodista Deportivo. Fan del Liverpool FC. Redactor de PrimerTiempo.CO.