En los años cincuenta, Millonarios fue el mejor equipo de Colombia y uno de los mejores del mundo. De la mano de Alfredo Di Stefano, “la saeta rubia”, uno de los más grandes futbolistas de la historia, y quien luego se convertiría en una leyenda del Real Madrid, Millonarios encabezó la época denominada como “El Dorado”.
Lo que pocos saben es que ese Millonarios de Di Stefano jugó un partido en el estadio de béisbol Once de Noviembre de Cartagena, en plenas fiestas novembrinas. Sucedió el 10 de noviembre de 1950, gracias a la gestión del dirigente y periodista deportivo Ignacio Amador De La Peña “Igapé”.
La historia la cuenta el también periodista deportivo e historiador Raúl Porto Cabrales. Amador De La Peña pidió el respaldo del alcalde de entonces, Rafael Escallón Villa, quien confirmó que el municipio se haría responsable de alojamiento, alimentación y transporte interno de Millonarios.
Aprovechando su amistad de otrora con Alfonso Senior, el máximo directivo de loa azules, “Igapé” lo convenció de venir a jugar a Cartagena, una ciudad que giraba únicamente en torno al béisbol y al boxeo. La fecha escogida fue noviembre: Millonarios, ya con el campeonato concluido, iba a jugar una exhibición en Barranquilla ante Junior.
Lo más increíble es que Senior no cobró un solo peso por la presentación de Millonarios, y asumió los gastos del viaje de su equipo desde Barranquilla.
Pero en Cartagena no había estadio para jugar fútbol. “Igapé” cometió lo que, para muchos, fue un sacrilegio: pidió prestado el templo del béisbol colombiano, el Once de Noviembre, con la oposición de la prensa y la afición beisbolera. El día del partido, el mismo “Igapé”, junto a José Manuel Zapata, bajaron la loma del pitcher, pusieron los arcos -uno en el home y otra en el center field- y marcaron el terreno con arena dulce.
Millonarios, que había salido campeón en 1949, y subcampeón en 1950, llegó por tierra, desde Barranquilla, el 9 de noviembre en la noche, y se hospedó en el Hotel Virrey, entre calles de las Carretas y Vicente García en el Centro.
“Nadie se percató de su presencia. Todo un acontecimiento, no sólo deportivo sino social, pasaba desapercibido por la terquedad y la falta de visión de aquellos que manejaban la información. La prensa egoísta y malintencionada no hizo despliegue alguno”, cuenta en su escrito el profesor Raúl Porto Cabrales.
El rival de Millonarios también vino de Barranquilla: era un equipo que años después serviría de base para el Libertad, que jugó en el fútbol profesional. Las boletas se vendieron en la Heladería Americana, en el Centro: dos pesos en sombra y un peso en sol.
El juego se disputó a las 3:30 de la tarde. Millonarios formó con Julio Cozzi en el arco; el uruguayo Raúl Pini y el brasilero Danilo Mourman como defensas; Tomás Aves, Néstor Rossi y Carlos Aldabe, todos argentinos, como volantes; y Alcides Aguilera, Víctor Latuada, Alfredo Di Stefano, Adolfo Pedernera y Alfredo Mosquera, como delanteros. Formación 2-3-5.
El rival barranquillero formó con Dagoberto Ojeda; Humberto Picalúa, Eusebio Cantillo; Juan Escorcia, Diofanor Muñoz, “Chino” Luz; Ayure, “Tolimita” Ruiz, Heleno Gutiérrez, Andrade y Nieto. Su técnico, el rumano Negrescu.
“Desde la una de la tarda había muchísima gente agolpada frente al “Once de Noviembre”, muchos de ellos disfrazados con capuchones y lanzando buscapiés para animar el ambiente”, relata Porto Cabrales.
Hubo un preliminar, entre el Deportivo Magangué y la Universidad de Cartagena. El juego central, entre Millonarios y el equipo de Barranquilla, fue dirigido por Alfonso De La Rosa.
“Los que asistieron aquella tarde fueron testigos de ver el dominio de balón, la gambeta precisa y el pase efectivo. A pesar de jugar a media máquina, fue una exhibición maravillosa. Di Stéfano se sobró con su innata habilidad para desbordar la extrema defensa contraria”, apunta el historiador y periodista deportivo.
Millonarios ganó 2-0, con dos goles de Di Stefano, quien salió aplaudido del Once de Noviembre.
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Escrito basado en la crónica de Raúl Porto Cabrales, publicada en 2010 en el blog «Real Cartagena» de El Tiempo.