[Opinión] Lo queremos todo, ¿Pero a qué precio?

Columnista Invitado
8 min de lectura

Por: Tomás Restrepo

Quiero hablar del momento político y social que vive el país hoy en día y quisiera aprovechar el reciente despido del Profe Restrepo, ex técnico de Atlético Nacional, para hacer una reflexión acerca de cómo el fútbol puede exhibir el estado actual de nuestra sociedad.

Soy consciente que no a todos les puede agradar el fútbol, y créanme que el artículo no hablara mucho de fútbol, entonces los invito a leer mi mensaje completo. Se aproximan unas elecciones presidenciales muy delicadas y me nació escribir esto. Me preocupo por mi país y el futuro de él.

Para ponerlos en contexto con respecto al despido del profe Restrepo; se despidió a un técnico que asumió a un equipo caído, el cual no ganaba hace varios años. El profe Restrepo lo sacó campeón de Copa Colombia, lo clasificó de primero en el torneo de todos contra todos y antes de su despido iba de tercero en la liga.

Desafortunadamente el equipo tuvo una mala racha y perdió sus últimos “dos” partidos en condición de visitante. Las directas del club decidieron despedirlo aún con los resultados que demostró en el corto tiempo que estuvo al mando del equipo. Tuvo un rendimiento del 62% en menos de un año, algo sumamente escaso en el fútbol colombiano.

Podríamos decir que, nuevamente, Atlético Nacional acaba con un proceso que ni había comenzado. Todos en Colombia están viendo el despido del técnico de Atlético Nacional, pero yo no. Yo veo algo completamente distinto. Yo estoy viendo cómo en Colombia y en el mundo en general no sabemos confiar en los procesos, respetar los procesos.

En referencia a los hinchas del fútbol, últimamente queremos el éxito inmediato, lo que sea más rápido. ¿Pero a qué precio? Todos queremos ganar, pero sin correr. Todos queremos tener una regularidad competitiva, pero sin confiar en la idea de un cuerpo técnico. Todos queremos ser buenos, pero sin entrenar. Todos queremos la gloria, pero sin fracasos.

En el fútbol y en la vida todos queremos ganar, y eso está muy bien, qué tal que no, pero se nos olvida que todo requiere de un proceso y que sin él, es muy complicado contar con una constancia competitiva. Lo mismo está sucediendo en el país, la vida cotidiana, el mundo laboral y hasta en lo familiar.

Queremos trabajo, pero destruyendo las empresas. Queremos oportunidades, pero acabando con las instituciones. Queremos ser presidentes, pero sin antes ser analistas. Queremos paz, pero queremos votar por violentos. Queremos recibir, pero sin dar. Queremos salud, pero sin alimentarnos bien. Queremos una bonita familia, pero sin cuidarla. Queremos buenas notas, pero sin estudiar. Queremos crecer, pero sin incomodarnos. Queremos tener seguridad financiera, pero sin invertir. Queremos hablar, pero sin escuchar. Queremos debatir, pero sin tener argumentos. Queremos igualdad, pero esforzándonos menos que los otros. Queremos buen físico, pero sin ejercitarnos. Todos queremos ser ricos, pero sin trabajar.

LO QUEREMOS TODO, PERO SIN HACER NADA.

Ojo, se nos está olvidando que todo lo que hemos obtenido hasta ahora ha sido gracias al trabajo. En esta vida todo requiere de un proceso; nada se consigue gratis. Digámosle adiós al egoísmo, pereza y conformismo.

Acordémonos que lo más importante para poder crecer y progresar, es el trabajo duro con honestidad y paciencia; saber que para poder llegar a donde queremos, primero debemos pasar por situaciones que puede que no nos agraden. Comencemos a incorporar una responsabilidad individual sólida, la cual nos permita crecer, aceptando que todo lo que obtenemos o no obtenemos es fruto de nuestros esfuerzos y trabajo.

Sé que no todos tenemos las mismas oportunidades, ni el mismo punto de partida, y sé que se debe trabajar mucho para poder ir igualando esa brecha de oportunidades; por el momento analicemos si con base en nuestras oportunidades estamos haciendo todo lo que esté a nuestro alcance para conseguir nuestros propósitos.

Enfoquémonos en las cosas que podemos controlar y no nos distraigamos con lo que no controlamos; no miremos tanto hacía afuera. Siempre, donde prima el trabajo duro y la honestidad, los frutos llegarán.

Nicolás Gómez comentaba, “cada día le exigimos más a los demás para exigirnos menos a nosotros mismos.” Coincido con esto y creo que nos hemos venido convirtiendo en una sociedad “refractaria,” en donde se le da más importancia a lo que mostramos por fuera que lo que llevamos dentro.

Estamos acostumbrándonos a responsabilizar a los demás de nuestros resultados, cuando los errores que llevaron a esos resultados los pudimos haber cometido nosotros. “Nos estamos fijando mucho más en las responsabilidades que tienen otros y muy poco en las que tenemos nosotros.” (Pedro Lopera, 2022). Últimamente, este efecto “refractario” está muy presente en todo, en especial en la política. Me gustaría preguntar si se han fijado en la calidad humana, el pasado y los resultados de ciertos individuos que dicen querer ser nuestros presidentes. Soy defensor y promotor de la democracia, pero me parece una barbaridad que haya personas cerca a ser presidentes de nuestro país, cuando lo único que han generado es: caos, violencia, terror y retraso.

Tengamos cuidado. Siempre nos hemos caracterizado por ser una nación trabajadora y echada para delante. No permitamos que los mensajes de ciertos candidatos cuyos intereses son meramente personales afecten el futuro de 50 millones de colombianos. Lo que más le pido a esta sociedad es que no nos dejemos nublar la vista de estas personas; personas mal intencionadas y con una calidad humana perversa.

Lo más peligroso de todo, es que estas personas son expertas engañando a los más vulnerables, y se expresan de una manera que pueden llegar a convencer al que sea. ¡No coman cuento! Como dije anteriormente, respeto y soy promotor de la democracia, pero lo único que le pido a cada ciudadano de este país, es que investigue y sea usted mismo el que determine, con argumentos, quien es la persona que usted desea que lo gobierne.

¡Cuidado Colombia! Sé y estoy convencido que hay muchísimas cosas por mejorar, pero no permitamos que un grupo de personas, con intereses personales, nos arrebaten la posibilidad de tener una oportunidad para poder seguir mejorando. No destruyamos el proceso que llevamos, más bien, trabajemos juntos para redireccionarlo. Por favor, no seamos la próxima Venezuela y abramos los ojos. No dejemos que estos personajes, nos hagan olvidar o dudar de nuestras bases y principios; todo se basa en el trabajo duro y honesto, en el servicio y amor por los demás y en la responsabilidad social que tenemos con nuestro país y las futuras generaciones. Nada es gratis en esta vida. Colombianos, hermanos, tengamos responsabilidad para decidir nuestro próximo presidente.

 

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