«¡Virgen de la Candelaria!»: Eugenio Baena revive el subcampeonato de Real Cartagena

Lucho Anaya
Por Lucho Anaya - Codirector
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Foto: Cortesía.

En la memoria de los hinchas de Real Cartagena y en los amantes de la radio está todavía el grito de fe y agradecimiento de Eugenio Baena Calvo, al aire en el Carrusel Deportivo de Caracol Radio, ese 11 de diciembre de 2005. «¡VIRGEN DE LA CANDELARIA!» gritaba pletórico Baena, ícono de la radio cartagenera, entre la emoción y la incredulidad ante lo que estaba viendo: su equipo del alma, su Real Cartagena, clasificaba a la final del Fútbol Profesional Colombiano.

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Ese relato, que sin ser relator, hizo Baena a nivel nacional del penal que Luis Omar Valencia cambió por gol aquella tarde, en el pórtico sur del entonces estadio Pedro de Heredia, y que ponía un 4-0 en el marcador a favor de los heroicos ante Santa Fe, para clasificar por primera y única vez en la historia a una final de primera división, le dio la vuelta al país. Baena era el símbolo de la alegría desbordada y de la fe de los hinchas cartageneros. Al día siguiente, su narración entre lágrimas fue repetida en los noticieros de televisión.

Quince años después, y con cincuenta años de radio sobre sus hombros, Eugenio Claver Baena Calvo tiene intactos en su memoria los momentos vividos en ese 2005. Dice que la final se perdió por la inexperiencia de los directivos al momento de negociar el premio con los jugadores. Analiza los puntos fuertes que llevaron al éxito a los heroicos: el equipo se hizo una familia. Y recuerda una de las cábalas de Hernán Darío Herrera: no ir a los entrenamientos en el bus del equipo, sino pedirle a Eugenio que lo llevara en su jeep rojo.

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¿Dónde comienza ese proyecto exitoso de Real Cartagena?

«Real Cartagena había dado tumbos en los años anteriores. La prensa cartagenera y la hinchada comenzamos a buscar la forma de que el equipo no fuera manejado por la familia Rendón, y fue tanta la presión que en 2004 los Rendón decidieron dar un paso al costado, con algunas condiciones. había un grupo, «el triunvirato» decíamos nosotros, que estaban entusiasmados por llevar las riendas del equipo. Eran asistentes cotidianos al Pedro de Heredia. Hernán Vélez «el popular Frijol», Augusto Pinedo que había estudiado conmigo en el colegio de La Salle. Y un entusiasta del fútbol que tenía mucho contacto político y venía de El Carmen de Bolívar, como Dumek Turbay. Ellos asumieron a Real Cartagena y empezó a verse un equipo totalmente distinto».

¿Qué recuerda de la conformación de ese equipo, de la nómina?

«Ese equipo comenzó a armarse muy bien, con un buen elemento como Didier Muñoz en el arco. Leoncio Alegría, que siempre fue un estandarte del equipo. Teníamos un zaguero con etiqueta de ser un jugador importante, que podía ser central o marcador derecho, como Harold Viáfara, a quien Manolo Duque le puso «El Panita». Estaba Carlos Valdés, que apenas iniciaba y después fue mundialista, que venía de Selecciones Colombia. Y estaba un central de mucha experiencia, que le pusimos «el pistolero», Manuel Galarcio, a quien todos los jugadores en el fútbol colombiano respetaban».

¿Y del medio para adelante?

«Había un cinco importante, de un incalculable valor para el técnico, un hombre de tareas importantes, David Yepes. Un cartagenero que se las traía todas, Fram Pacheco, que era una aduana en la mitad, y tenía mucho panorama, mucha llegada y una finura para el primer pase. Un muchacho que cometió algunos errores y recuerdo las rabias de Herrera con él, Luis Fernando Caldas, pero que tuvo buena figuración. Y un palenquero que había jugado en Venezuela, desparpajado, con unas diagonales interesantes, Eder Hernández».

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Y el ataque que partía en los pies del maestro Luis Omar… 

En la creación estaba «el maestro», así le decíamos, Luis Omar Valencia. Valencia ponía un plástico en uno de los ángulos del arco sur en los entrenamientos, y empezaba a cobrar tiros libres con los compañeros. «El maestro» ponía el balón en ese ángulo con mucha facilidad. Jamerson Rentería, que fue traído de Barranquilla y se convirtió en el goleador, aprovechó esos pases finos que ponía Valencia, que tuvo un aporte importante en ese botín de oro que ganó Rentería. A Jamerson lo acompañaba otro jugador desequilibrante, era un monstruo, por le puse «El Monstruo»: Carlos Preciado, por la manera como desparpajadamente se corría por las líneas y sacaba cualquier marcador. Pero tenía poco gol.

Usted era una de las cábalas del profe Hernán Darío Herrera.

«En el inicio del torneo me encomendaron para los programas nacionales de Caracol una entrevista con él, y yo llegué al hotel Da Pietro donde concentraba el equipo. En medio de la entrevista, entra «Rasquiña» el utilero a decirle que estaban los jugadores listos en el bus para salir al entrenamiento, y Herrera les dijo que se fuera, que yo lo llevaba atrás en mi carro. Yo llevé a Hernán Darío en el Jeep Mitsubishi rojo que yo tenía al entrenamiento, y ese fin de semana el equipo ganó su partido. Y Hernán Darío comenzó, con sus cábalas aprendidas de Zubeldía, a pedirme que lo llevara a los entrenamientos en mi carro, porque era su cábala para ganar.

¿Cómo era el ambiente en la ciudad?

«El equipo se encaminó y llegó a las instancias máximas. Recuerdo que ese año, como había sido una campaña exitosa del equipo, los llenos eran tremendos en el estadio. Y alguna gente empezó a decir que el estadio se iba a caer, que se movían las estructuras, metiéndole miedo a los hinchas. Pero la gente no comió cuento y ante Santa Fe, el estadio estaba repleto».

¿Cómo se vivió ese último partido con Santa Fe, esa goleada que dio el tiquete a la final?

«Real Cartagena tenía que ganar con cuatro goles para superar al Independiente Medellín en la tabla de posiciones, porque Medellín vencía 4-2 al Deportivo Pereira. Por eso los goles del Medellín creaban un drama en los más de 17 mil fanáticos, que yo creo que eran muchos más porque no había sillas y donde hoy cabe una silla, se sentaban tres personas. El cuarto gol de Medellín, en los últimos minutos, obligaba a Real Cartagena a marcar el cuarto ante Santa Fe. Y llegó un penal que fue definitivo, cobrado por Luis Omar Valencia, que nos clasificó a la final».

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Y en ese penal es donde llega la narración que le da la vuelta al país…

«Recuerdo mucho mi emoción. Siempre que anotaba Real Cartagena en esa época, y como nosotros estábamos en el Carrusel de Caracol que enlazaba todos los estadios a nivel nacional, teníamos la oportunidad de narrarle al país esos momentos. Y como ese partido era de una importancia máxima, nos dejaron mucho tiempo al aire. Con mi alegría que me caracteriza, siempre cantaba los goles invocando a mi Virgen de la Candelaria. «Virgencita de la Candelaria, dale el chance a Luis Omar Valencia para que anote, necesitamos este gol Virgencita, queremos que Real Cartagena gane, queremos clasificar para la final, esto va a ser histórico». Algo así narraba yo, en un tono alto, emocionado, y vino el gol de Real Cartagena que nos dio la clasificación».

¿Por qué ese Real Cartagena fue tan exitoso?

«La gran clave de ese equipo fue la conjunción que hubo entre todos los jugadores. Todos se apersonaron de que tenían que hacer cosas grandes y mostrarse. Hernán Darío era un técnico que imponía respeto en el camerino, a pesar de que era amigo de los jugadores, y ese tratamiento de técnico con jugadores, siempre guardando la distancia pero con amistad entrañable, hizo de Real Cartagena una gran fortaleza, una gran familia. Y esa fue la gran clave de las victorias y de la gran campaña».

¿Y por que no se pudo ganar el título?

«El día del partido de ida de la final yo llegué al hotel Da Pietro a las diez de la mañana y el equipo estaba reunido en el comedor. El juego era en la noche, y ahí estábamos desde temprano los periodistas. Estaban discutiendo los premios, Galarcio era el que lideraba la discusión, y creo que hubo un poquito de inexperiencia del triunvirato, de Vélez, Pinedo y Turbay, que no tenían ese bagaje de grandes estructuras dirigenciales en el fútbol, eran unos novatos con mucho corazón. Cuando Galarcio les dice el monto que piden los jugadores como premio si eran campeones, los directivos lo vieron demasiado exagerado. No pensaron que si eran campeones, ese equipo iba a disputar Copa Libertadores y a recubir varios premios. Con eso hubiesen podido pagar el premio que exigían los jugadores. Yo vi cuando terminó la reunión que salieron cabezas muy bajas, Hernán Darío me dijo «no supieron negociar, encomendémonos a la Virgen a ver si podemos tener la victoria». Esa noche vi al equipo poco fino, se lesionó Didier y entró Omar «El Tarzán» Gil al arco, se hizo un gol infantil, expulsaron a Galarcio, y el Deportivo Cali le ganó el pulso a Real Cartagena. El juego de vuelta fue más nivelado, pero el título se definió prácticamente en la ida en Cartagena».

Esta crónica hace parte del especial «Real Cartagena, a un paso de la gloria: 15 años después» en el que PrimerTiempo.CO rememora la mejor campaña del equipo heroico en su historia. Conoce el especial en este enlace. 

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En el periodismo desde 2010. Cofundador y codirector de PrimerTiempo.CO. Narrador deportivo. Contacto: luchoanaya@primertiempo.co.