[Especial] Pedro Salazar, el hombre que cumple sus sueños transformando vidas

Karoll Pineda Marrugo
10 min de lectura
Foto: Karoll Pineda - PrimerTiempo.CO

Estoy ante un hombre entregado a los niños y deseoso de ayudarlos a salir adelante. Me cuenta que mientras estaba sentado, hace ocho años, almorzando en un restaurante de Tierra Bomba, un niño en calzoncillos, de tez negra y con una expresión en su rostro que denotaba tener hambre, lo observó detalladamente. Al percatarse, lo miró y lo invitó a sentarse para comer. Era tanta comida para un niño de 10 años, hambriento y sin ropa, que no perdió tiempo y devoró las dos presas de pollo que le sirvieron.

El hombre empezó a hablar con el niño y lo invitó a su hotel, el cual administraba y estaba ubicado en una pequeña zona de la isla de Tierra Bomba, un corregimiento insular situado a 15 minutos de la bahía de Cartagena. El niño estaba estupefacto por los lujos del lugar: una piscina, un bar y personas que llegaban a vacacionar a la isla. De repente, el pequeño le dijo al hombre: “¿Puedo hacer popo?”.

El niño, con el desconocimiento puro de alguien que poco ha ido a hoteles y que vive en medio de la pobreza extrema en una isla abandonada por el Estado, se bajó el calzoncillo y buscó un lugar en plena sala del hotel para defecar. El hombre, estupefacto, se percató a tiempo y evitó que lo hiciera. Fue entonces cuando lo llevó al baño, pero Daiver Rodríguez, como se llamaba aquel pequeño, dijo que en su casa “no había de eso”, señalando el inodoro. El hombre supo, de inmediato, que no podía dejarlo ir. Le explicó cómo usar cada elemento del baño y desde entonces, durante ocho años, ambos se han encargado de replicarlo con otros jóvenes de Tierra Bomba.

Foto: Karoll Pineda – PrimerTiempo.CO

Ese hombre es Pedro Salazar, nacido en Cali, Valle del Cauca, el 1 de junio de 1986. En ese año, Virgilio Barco subía a la presidencia de la República en un escenario político-social hostil en Colombia, donde las mafias y los carteles empezaban a batallar con vehemencia para tomarse el poder el país.

‘El Mono’, como se le conoce a Pedro Salazar, cuenta que vivió en la capital vallecaucana durante dos años, intentando, junto a su familia, evitar la muerte en medio de la iniciada guerra entre el cartel de Cali y de Medellín.

“Mi papá decide mudarse junto a mi familia para Cartagena, donde él montó un restaurante”, dice Salazar, hijo del fundador del restaurante Club Náutico, hoy conocido como el restaurante El Muelle, ubicado en El Laguito, al lado de la escuela de Winsurf, que también fue montada por su padre.

Pedro se crió en Bocagrande, estudió en el colegio militar el Pinar de Canadá. A los 17 años, cuando terminó el colegio, regresó a Cali para estudiar Comunicación y Medios Audiovisuales en la Universidad Javeriana. Tan pronto se graduó, regresó a Cartagena a cumplir con una misión que le había encomendado su padre.

“Mi papá me había heredado una tierra en Tierra Bomba. Apenas supe, pensé en montar un hotel para hacer dinero y empezar a tener una estabilidad económica”, afirma Pedro, mientras ve a los niños de la isla jugar dentro del agua, sin quitarle cuidado.

Foto: Karoll Pineda – PrimerTiempo.CO

Salazar llegó a Tierra Bomba en 2010 y empezó con su proyecto comercial. Por ello, intentó limpiar la playa para ofrecer tarifas hoteleras más altas, en la que tuviese más ganancias.

En ese proceso, ‘El Mono’ empiezó a conocer a los niños de Tierra Bomba, sus vidas, las historias de sus familias y los diferentes problemas sociales en los que se veían inmersos. De esa manera, Salazar cuenta cómo iniciaron sus trabajos con la comunidad.

“Al darme cuenta de los problemas, comencé a hacer labores sociales con los niños, haciendo jornadas de limpieza y reciclaje en las playas. Hicimos tres festivales de reciclaje, entre 2011 y 2013, logrando reciclar 23 toneladas en total. Le enseñamos a las personas en Tierra Bomba a recoger la basura y a mostrarle que eso realmente no es bueno”, relató.

En 2010, las empresas de aseo público no tenían la orden de recolectar las basuras de Tierra Bomba. Sin embargo, desde 2013, la empresa Aseo Urbano se ha encargado de realizar la tarea, aunque los problemas higiénicos de la isla no acaban.

Pedro Salazar encontró problemas más profundos en la isla, como el abuso infantil, la pobreza y la falta de educación. El diario El Espectador, en 2016, citó un informe de un estudio realizado por la Universidad Tecnológica de Bolívar, donde se especifica que el 86% de los habitantes de Tierrabomba están por debajo de la línea de pobreza y un 52% de la indigencia, es decir, no alcanzan a cubrir sus necesidades básicas. El agua potable llega procedente de Cartagena a un valor aproximado de 2.000 pesos por 20 litros del líquido vital.

“Cuando conocía de casos de ese tipo, buscaba a especialistas como la Fundación Dones de Misericordia o entidades como Tierra de Hombres para que solucionaran estos casos, ya que yo no tengo los conocimientos para hacerlo pero sí el tiempo para ayudar a los que más lo necesitaban”.

El reto empezó a crecer y aparecieron tres historias inspiradoras para Pedro: las de los niños Daiver Rodríguez, Robert Córdoba y José Manuel Moncaris. Estos dos últimos niños tuvieron que vivir solos junto a su madre y sus hermanos, cuando sus respectivos padres los abandonaron.

Ellos veían a Pedro mientras surfeaba y se interesaban en aprender. A los tres, les hizo la misma propuesta: “Si vas al colegio, yo te doy todo para que estudies y vienes conmigo a practicar en el mar”. Desde entonces, empezó a convertirse en una promesa obligada a cumplir para cada uno de los niños.

Clientes del hotel que administraba Salazar empezaron a interesarse en la ayuda para los niños. Así comenzaron a apadrinar jóvenes: cada adulto aportaba recursos para la compra de útiles escolares para los chicos, ayudando a Pedro en la atención para cada uno de ellos.

Foto: Karoll Pineda – PrimerTiempo.CO

En 2015, ‘El Mono’ decide junto a tres amigos, Armando Sierra, Rochy Moreno y Raúl Fernando, darle forma al proyecto. En febrero de ese año, oficialmente empezó funcionar la Fundación Amigos del Mar. Pedro Salazar decidió cerrar el hotel y montó un negocio de volunturismo, en el cual recibe personas que vienen a hacer turismo a la ciudad y, al tiempo, ayudan a fundaciones en proyectos sociales.

“Todas las semanas hacemos talleres de lectura, escritura, inglés y de reciclaje, donde pueden asistir todos los niños. Allí nos damos cuenta cuál es el nivel de escolaridad de cada uno. Conocido eso, vamos a la casa del niño y hablamos con la mamá, preguntamos qué tanto va al colegio. En la mayoría de los casos, la respuesta es que no asisten, entonces buscamos una madrina o padrino que pague 18 dólares al mes. Con eso le compramos el bolso, los útiles escolares y le damos 1.000 pesos diarios para que compren el almuerzo en el colegio”, explica Salazar sobre el plan de apadrinamiento.

De tres niños, Pedro pasó a hacerse cargo de 56 jóvenes que van al colegio y practican las diferentes modalidades de los deportes náuticos con la ayuda de la fundación. “Hemos crecido mucho; de esa manera, hemos presentado proyectos a entidades para conseguir un aporte y lograr comprar más implementos deportivos para los niños e incursionar en diferentes campeonato a nivel nacional e internacional”, aseguró.

En la actualidad, cuatro jóvenes de la fundación han competido a nivel internacional y quince a nivel nacional en torneos de surf. Además, el principal ejemplo a seguir es el de Robert Córdoba, quien fue uno de los tres primeros que inició en la Fundación y hoy es estudiante de música en Bellas Artes y dos veces campeón nacional de paddleboard.

Se emplea entonces el deporte para vivir, para darle un porqué para crecer a los niños, para que se alejen de las dificultades de un corregimiento que durante años ha vivido el olvido de las administraciones públicas. Es, entonces, cuando Pedro Salazar decide vivir para servir. “Estoy cumpliendo mi sueño. Transformando sus vidas”.

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Comunicador social y Periodista Deportivo. Hasta mayo de 2020 se desempeñó como editor general de www.PrimerTiempo.co.