POR: LUIS ADOLFO PAYARES – ESPECIAL PARA PRIMERTIEMPO.CO*
El 48% de las televisores en Japón estuvieron viendo los cuartos de final entre Japón e Italia. Este fue el partido más visto en la historia del béisbol japonés, un total de 63 millones personas. Como referencia, el juego de Serie Mundial más visto de la historia, en 1980, tuvo un total de 54 millones de espectadores. La venta de camisetas de Ohtani y de la Selección de Japón se triplicaron en estos tres últimos meses.
Por su lado, en Puerto Rico el 61% de las televisores de la isla estuvieron viendo el encuentro de los boricuas contra la República Dominicana en fase de grupos. Sin cronómetros a los lanzadores y bateadores, con formaciones defensivas especiales, bases de tamaño normal, béisbol puro. Esto demuestra que el Clásico Mundial de Béisbol es un torneo realmente importante y que llegó para quedarse. Las camisetas más vendidas de la selección boricua fueron las del pitcher de los Mets Edwin Díaz, y las del shortstop Francisco Lindor.
Lo contrastante de esta historía es que en Colombia seguimos padeciendo del síndrome de la ineficacia y la indiferencia. El ente que debería procurar jalonar una campaña de mercadeo efectiva, para que por lo menos los fanáticos, y los neofanáticos del béisbol en Colombia tengan acceso a la camiseta, ni hacen lo pertinente.
En el 2017, pasó lo mismo. Los que nos gusta el béisbol tuvimos que mandar a hacer las camisetas a empresas de confección que las hacen de una buena calidad, pero ese no es el deber ser. Lo ideal es que las camisetas estén en el tiempo adecuado y oportuno, para crear ese vínculo imaginario y de conexión con la camiseta de nuestro país. Qué bueno hubiera sido ver en las tiendas deportivas las camisetas con el apellido en la espalda, de Urshela, Ramírez, Alfaro, Rodríguez, en fin, de las estrellas de nuestra pelota. Pero pareciera que los directivos de la Federación, les importa un carajo que el pueblo, al que le gusta la pelota caliente, tenga o no tenga la camiseta de béisbol de nuestro país.
Me informan que más de quinientas personas se acercaron a la tienda SAO de La Plazuela preguntando por la camiseta, la cual nunca llegó. Seguiremos orándole a San Cipotazo, inclinados, y en cuclillas, para ver si de esta manera, los directivos se acuerdan que estamos en el siglo XXI. ¡Aunque nos sangren nuestras rodillas!
*Comunicador social y periodista deportivo, director de Visión del Deporte.