Hace dos años, nadie podía imaginar que la Aeronáutica Civil de Colombia confirmaría que el vuelo 2933 de LaMia que transportaba a 77 soñadores se había estrellando en la zona rural de La Unión, Antioquia, en inmediaciones del aeropuerto José María Córdova, de Rionegro.
Una cadena de errores segó el sueño de Chapecoense, que jugaría la final de la Copa Sudamericana ante Atlético Nacional. Exactamente un 28 de noviembre de 2016, 71 personas entre jugadores, entrenadores, directivos y periodistas perdieron la vida en aquel fatídico accidente. Solo hubo seis sobrevivientes.
El avión de la aerolínea boliviana LaMia salió de Santa Cruz de la Sierra con 77 tripulantes. El arribo del club brasileño a Medellín estaba previsto para las 7:00 de la noche. Sin embargo, el equipo nunca llegó a su destino. La alarmas al interior de la nave se activaron por la falta de combustible, lo que ocasionó que se estrellara con el Cerro Gordo, a 17 kilómetros del aeropuerto de Rionegro.
El avión impactó contra la montaña a 230 kilómetros por hora. La muerte llegó instantáneamente para algunos, mientras que otros intentaban salvar su vida en una zona rural donde la accesibilidad era limitada y estaban a 2.445 metros de altitud.
Los cuerpos de socorro arribaron al lugar sobre la medianoche para dar inicio a la evacuación de los cuerpos. A la mañana siguiente, el parte de la Cruz Roja Colombiana era escalofriante: 71 de las 77 personas habían fallecido (19 futbolistas, 25 directivos y acompañantes, 20 periodistas y 7 miembros de la tripulación).
La consternación fue mundial y ambos países (Colombia y Brasil) unieron esfuerzos para repatriar los cuerpos, que fueron trasladados a Chapecó donde la ‘torcida’ y familiares de los fallecidos le dieron el último adiós.
A dos años de la tragedia

La cadena de errores que incluyó a Colombia, Brasil y Bolivia obligó a los países a adelantar, en unión, la respectiva investigación para esclarecer las causas del accidente.
Una de las primeras conclusiones fue que el avión no iba equipado con combustible de reserva para casos de emergencia. Además, se confirmó que el certificado de la empresa LaMia era ilegal, ya que no contaba con los requisitos básicos como los estados financieros.
Además, la Fiscalía de Santa Catarina, estado donde está Chapecoense en Brasil, confirmó que el avión no era de las personas que aparecían en el contrato (entre ellos el piloto Miguel Quiroga, quien comandaba la aeronave), y que los 140 mil dólares que se pagaron por el viaje entre Santa Cruz y Medellín, lo recibió la venezolana Loredana Albacete en una cuenta en Hong Kong.
Asimismo, se conoció que el piloto no declaró el estado de emergencia, solo pidió prioridad cuando le quedaban menos de cinco minutos de gasolina, aún sabiendo que había condiciones climáticas difíciles y alto tráfico aéreo.
El informe final será presentado en conjunto por los tres países en diciembre próximo, donde se entregarán los resultados de la profunda investigación dirigida por las autoridades de Bolivia y Brasil, además de Colombia, buscando encontrar los culpables de una cadena de errores que finalizó en tragedia.
Los seis sobrevivientes

Hoy en día, Ximena Suárez (boliviana), Erwin Tumiri (boliviano), Rafael Henzel (brasileño), Jackson Follmann (brasileño), Alan Ruschel (brasileño) y Helio Neto (brasileño) entregan su testimonio de vida luego de sobrevivir a uno de los accidentes más grandes en la historia del fútbol.
Follmann, Ruschel y Neto son los únicos sobrevivientes de aquel equipo que el 30 de noviembre de 2016 tenía programado disputar el partido de ida de la final de la Copa Sudamericana.
La historia más triste ha sido la de Jackson Follmann, el exportero de Chapecoense, quien vivió la situación más critica en el hospital, llevándolo a ser sometido a la amputación de su pierna derecha, acabando así con su carrera deportiva. Sin embargo, el brasileño no ha perdido la constancia y, utilizando una prótesis, ha reaparecido en diferentes ocasiones durante entrenamientos del Chapecó.
Suerte diferente han tenido Alan Ruschel y Helio Neto quienes se han recuperado del accidente y continúan defendiendo los colores del ‘Verdao’.
Por su parte, Ximena Suárez, la única azafata sobreviviente, continúa con su vida en Bolivia. Actualmente, escribe un libro de lo sucedido y da charlas motivacionales, al tiempo que incursiona en el modelaje.
Su compatriota, Erwin Tumiri, quien era el técnico de la tripulación de aquel avión, reside en Chochabamba, Bolivia, y se sostiene con un taller de mantenimiento.
Mientras que Rafael Henzel, el periodista brasileño que viajaba junto al equipo para cubrir el partido de la Sudamericana, continúa trabajando en uno de las estaciones radiales de Chapecó.
Cada uno vive en memoria a los 71 fallecidos en la tragedia del 28 de noviembre. En medio de tanto dolor, perturbación, flotan preguntas que aún no tienen respuestas. El tiempo pondrá todo en su lugar para hacer justicia ‘in memorian’ a los héroes del ‘Campeón Eterno’, Chapecoense.