Por Raúl Porto Cabrales, historiador, docente universitario y periodista deportivo. Especial para PrimerTiempo.co.
A Cartagena llegó el béisbol en 1897, y de hecho, es el primer deporte de conjunto que llegó a Colombia. En nuestras investigaciones realizadas a través de charlas con viejos aficionados y a la lectura de documentos publicados alrededor de la década del 30 en el siglo XX, se puede llegar a esa conclusión.
Fue en el hoy parque Apolo, ubicado en el legendario barrio de El Cabrero, frente a la casona donde vivió el cuatro veces presidente de la república Rafael Núñez Moledo, cuando un 20 de julio donde se mostró por primera vez este maravilloso deporte, traído por varios jóvenes cartageneros de la isla de Cuba y de Panamá, entre ellos unos de la familia Segrera, que lo conocieron en aquellos lugares y trajeron algunos implementos.
Ahí se daban cita los fines de semana los elementos de la alta sociedad cartagenera para ver más que por curiosidad lo que traían entre manos este grupo de muchachos.
Esta práctica duró poco tiempo, porque al estallar la guerra de los Mil Días en 1899, los jóvenes fueron llamados por sus padres a sus lugares de orígenes y esta desapareció. Hasta que en 1905 se da el hecho histórico cuando un domingo del mes de septiembre, los hermanos Gonzalo e Ibrahim Zúñiga se presentan con varios implementos a la plaza de Santo Domingo y ahí convocan a la muchachada ávida de tener y hacer una actividad diferente.
En esa plaza, hoy lugar de esparcimiento colectivo con sus cafés al aire libre, teniendo de testigo al imponente templo colonial de la orden de los Dominicos, este grupo de jóvenes comenzaron a batear, correr y fildear.
Fueron ellos los que pusieron el primer grano de arena a pesar del rechazo de la comunidad que habitaba alrededor del lugar, ya que la bola hacía desastres con los ventanales de vidrio, y por esa razón fueron llamados “las langostas”.
El home del campo de prácticas estaba en donde hoy se encuentra la escultura llamada la Gorda de Botero. Todos los días en horas de la tarde se daban cita en aquel lugar para jugar bate y bola. Los Zúñiga, enseñaban la mecánica del juego y las reglas. Estos, chocoanos de nacimiento, en su estancia en los Estados Unidos como estudiantes habían aprendido y al regresar a su patria se instalaron en Cartagena y por eso sin querer la ciudad conoce este apasionante deporte, el cual se arraiga de una vez, como amor a primera vista.
Este relato se publicó originalmente en 2011 en el Diario La Verdad de Cartagena.