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Cilia Martínez acompañó a Wilmar desde las tribunas en la ida del repechaje ante los Estados Unidos. Foto: Karoll Pineda – PrimerTiempo.co |
Doña
Cilia Martínez es la abuela de Wilmar Barrios, pero para el volante cartagenero
de la Selección Colombia sub 23, es su mamá. Cuando la vi en la noche del
viernes, después del juego ante los Estados Unidos, en la zona mixta del
Estadio Metropolitano, le pedía a los encargados de la logística que la dejaran
despedirse de su hijo.
Cilia Martínez es la abuela de Wilmar Barrios, pero para el volante cartagenero
de la Selección Colombia sub 23, es su mamá. Cuando la vi en la noche del
viernes, después del juego ante los Estados Unidos, en la zona mixta del
Estadio Metropolitano, le pedía a los encargados de la logística que la dejaran
despedirse de su hijo.
Wilmar
regresó del bus y pidió que la dejaran pasar. Uno de los policías que estaban
en el lugar gritó “dejen pasar a doña Cilia”. Y esta mujer, vestida de tricolor
y con los ojos bañados en lágrimas de orgullo, se fundió en un abrazo con el
volante.
regresó del bus y pidió que la dejaran pasar. Uno de los policías que estaban
en el lugar gritó “dejen pasar a doña Cilia”. Y esta mujer, vestida de tricolor
y con los ojos bañados en lágrimas de orgullo, se fundió en un abrazo con el
volante.
Barrios,
recio y elegante para quitar el balón, imponente en el mediocampo del Tolima, y
ese día, en el de la tricolor, se vio entonces tan pequeño en los brazos de
doña Cilia, como cuando un niño vuelve de su primer día de clases.
recio y elegante para quitar el balón, imponente en el mediocampo del Tolima, y
ese día, en el de la tricolor, se vio entonces tan pequeño en los brazos de
doña Cilia, como cuando un niño vuelve de su primer día de clases.
“Estoy
muy emocionada y alegre, esto es una bendición de Dios”, me dijo doña Cilia. Le
pido que me cuente cómo vive el momento de su hijo, y su emoción solo la deja
dar gracias a Dios, mientras las palabras le salen a empellones.
muy emocionada y alegre, esto es una bendición de Dios”, me dijo doña Cilia. Le
pido que me cuente cómo vive el momento de su hijo, y su emoción solo la deja
dar gracias a Dios, mientras las palabras le salen a empellones.
“El
técnico le pone muchísima confianza, y le doy muchísimas gracias a Dios porque
ha llegado hasta acá, y porque él tiene que llegar más adelante”, dice doña
Cilia, quien vino hasta el estadio junto al papá de Wilmar, para ver el
partidazo del número 14.
técnico le pone muchísima confianza, y le doy muchísimas gracias a Dios porque
ha llegado hasta acá, y porque él tiene que llegar más adelante”, dice doña
Cilia, quien vino hasta el estadio junto al papá de Wilmar, para ver el
partidazo del número 14.
“Para
mí, Wilmar es todo”, sentencia doña Cilia. “Todos sus sacrificios los hace de
las manos de Mi Señor”.
mí, Wilmar es todo”, sentencia doña Cilia. “Todos sus sacrificios los hace de
las manos de Mi Señor”.
Ese
pelaito del barrio La Candelaria, que creció vendiendo hielo para ir a los entrenamientos
en su juventud, había salido del campo como uno de los mejores, en el empate 1-1
ante Estados Unidos por el repechaje a los Olímpicos. Era comprensible que doña
Cilia, con tanta adrenalina contenida, no respondiera exactamente a lo que yo
le preguntara.
pelaito del barrio La Candelaria, que creció vendiendo hielo para ir a los entrenamientos
en su juventud, había salido del campo como uno de los mejores, en el empate 1-1
ante Estados Unidos por el repechaje a los Olímpicos. Era comprensible que doña
Cilia, con tanta adrenalina contenida, no respondiera exactamente a lo que yo
le preguntara.
“Hablé
con él antes del partido”, me cuenta mirándome a los ojos. “Le dije que todo
dependía de él, no importa que uno quiera, todo depende de lo que él haga, de
como él juegue, que él dé lo suyo”. Cierra los ojos, y otra vez da gracias al
cielo. “Grande es Dios”, dice levantando la voz.
con él antes del partido”, me cuenta mirándome a los ojos. “Le dije que todo
dependía de él, no importa que uno quiera, todo depende de lo que él haga, de
como él juegue, que él dé lo suyo”. Cierra los ojos, y otra vez da gracias al
cielo. “Grande es Dios”, dice levantando la voz.
Le
pregunto si le da consejos a Wilmar. “Que la honradez es muy bonita”, me dice
sonriendo. “Que Dios lo proteja donde quiera que esté, que confíe en nuestro
señor porque sin Él, no somos nadie”.
pregunto si le da consejos a Wilmar. “Que la honradez es muy bonita”, me dice
sonriendo. “Que Dios lo proteja donde quiera que esté, que confíe en nuestro
señor porque sin Él, no somos nadie”.
Cuando
abrazó a Wilmar, doña Cilia le dijo algo al oído, con lo que el rostro del
volante cartagenero se llenó de tranquilidad. “Es que lo abracé con mucho amor”,
afirma la mujer. “Le dije cuídate y pídele a Dios que te de fuerza y fortaleza,
que Él todo lo puede”.
abrazó a Wilmar, doña Cilia le dijo algo al oído, con lo que el rostro del
volante cartagenero se llenó de tranquilidad. “Es que lo abracé con mucho amor”,
afirma la mujer. “Le dije cuídate y pídele a Dios que te de fuerza y fortaleza,
que Él todo lo puede”.
“Cuídate
madre mía, que yo te tengo en mi corazón”, le respondió Wilmar.
madre mía, que yo te tengo en mi corazón”, le respondió Wilmar.
Doña
Cilia no se cansa de pedirle a Dios que guíe y cuide a su hijo, “porque donde él
está, muchos desean estar, y eso es muy grande”.
Cilia no se cansa de pedirle a Dios que guíe y cuide a su hijo, “porque donde él
está, muchos desean estar, y eso es muy grande”.
LUIS FERNANDO ANAYA
G. | @LUCHOANAYAG
G. | @LUCHOANAYAG
PRIMERTIEMPO.CO
Enviado especial a
Barranquilla, Atlántico.
Barranquilla, Atlántico.