El 20 de julio de 1897, en lo que hoy es el Parque Apolo en el legendario barrio de El Cabrero, frente a la casa del cuatro veces presidente Rafael Núñez, fallecido tres años antes, se jugó por primera vez béisbol en Cartagena. Hace 124 años.
La historia la revela el historiador y periodista deportivo Raúl Porto Cabrales en su libro «Memoria histórica del béisbol de Bolívar y Cartagena», una referencia obligada para conocer cómo llegó la pelota caliente a nuestro país. Según Porto, varios jóvenes cartageneros acudieron a observar a otros jóvenes que estudiaban en la ciudad, oriundos de Cuba y Panamá, quienes trajeron los implementos de la pelota caliente y enseñaron por primera vez el juego a los nativos, el 20 de julio de 1897.
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Porto habla de un antecedente del que se tiene muy poca información, por lo que no está confirmado: que en 1874, 22 años antes, el cubano Francisco Balmaceda instaló un ingenio azucarero cerca a Marialabaja, Bolívar, con trabajadores oriundos del mismo país. El patrón construyó un incipiente campo de béisbol aledaño al trapiche para las horas libres de los obreros, y trajo toda la implementación para jugarlo, mientras los nativos observaban con curiosidad y empezaban a conocer el béisbol. En 1878 Balmaceda vendió la empresa a los hermanos Stevenson, y los cubanos se fueron.
Esta versión es de transmisión oral, y lamentablemente, no hay archivos, ni informes de prensa, ni documentos que puedan servir para comprobar su veracidad.
Pero la historia del 20 de julio de 1897 sí tiene testigos que la hayan contado. Varios estudiantes de la Universidad de Cartagena acudieron al Parque Apolo a ver como los hermanos panameños Raúl y Eduardo Román Passos, y el cubano Enrique Segrera lanzaban y bateaban pelotas. Según Porto, «este hecho pasó inadvertido para la población urbana en la ciudad que no frecuentaba aquel sector por considerarlo extramural; además no quedó documentado en la prensa».
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De esa primera aventura participaron Enrique Román, José Luis Hernández, Enrique Segrera, Raúl Román, Federico Cortecero, Alejandro Amador y Cortés, Darío Muñoz, Ramón Valdez, Domingo Díaz Granados y Eduardo Hernández.
Porto Cabrales en su libro presenta además un reportaje firmado por el periodista Ramón León y Bernett en la revista Ciudad Heroica, en su edición 28, correspondiente al año 1953. En él, el comunicador entrevista a varios personajes que participaron o fueron testigos de esa primera exhibición beisbolera en Cartagena, quienes confirman la versión y entregan datos sobre ella.
Por el ejemplo, el reportaje presenta la versión del ya anciano Sebastián «Chan» Arteta, a quien señala como el viejo servidor de doña Rafaelita Román de Ramos, una conversación sostenida en 1947 pero revelada apenas en la publicación emitida en 1953.
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«Dos años después de la revolución de Lugo (1895) vino del exterior el niño Eduardo Román Pasos y trajo un poco de cosas con las que hoy juegan aquí. El niño Eduardo vino a estudiar para abogado. Ese mismo año para el 20 de julio pintaron con cal la Plaza de El Cabrero, y allí con los palos, le pegaban a la pelota blanca. Luego uno corría «alante», otro lo seguía con la pelota y le decía «taj calao» (…) «jugaban también el niño Enriquito y otros, recuerdo que venían un poco de niñas para ver el juego», relata el anciano Arteta en el reportaje.
El reportaje de Ramón León y Bernett en la revista Ciudad Heroica también presenta el testimonio de Miguel Valiente, un residente de El Cabrero «quien fuera mucho de la casa de doña Soledad Román de Núñez».
«Es cierto que jugaron muchas veces al bate en la plaza de El Cabrero. El promotor fue don Eduardo Román Pasos, cuando vino a estudiar derecho en la Universidad de Cartagena. Esos juegos no duraron mucho. Jugaban don Enrique P. Román, Federico Cortecero, el conde Amador y Cortés y su hermano Alejandro, Domingo Díaz Granados, don Eduardo Hernández Benedetti y otros que no recuerdo», señala el testimonio de Valiente.
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Estas exhibiciones de béisbol en el hoy Parque Apolo fueron de corta duración. ¿La razón? En 1899 estalló la Guerra de los Mil Días, y la Universidad de Cartagena cerró sus puertas, por lo que la mayoría de los estudiantes foráneos regresaron a sus localidades de origen, y la práctica del béisbol decayó hasta casi olvidarse.
Apenas en 1905 se retoma la práctica. Los hermanos Gonzalo y Ernesto Zúñiga Ángel, de origen chocoano, arriban a Cartagena provenientes de Estados Unidos, donde estudiaron el bachillerato. Trajeron en ese viaje a bordo del vapor «Metapán» de la United Fruit, implementos para la práctica del béisbol que les había regalado una casa fabricante en Norteamérica, pensando en popularizar el deporte en Sudamérica. Ellos, conocedores del reglamento y la técnica durante su estancia en el país del norte, lo enseñaron en La Heroica.
Esta nota contiene información publicada por el periodista deportivo, investigador, docente e historiador Raúl Porto Cabrales en su obra «Memoria histórica del béisbol de Bolívar y Cartagena 1874-1947».
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