Jeiner Andrés cruza la bahía, todos los días, para cumplir su sueño: ser como Wilmar Barrios

Lucho Anaya
Por Lucho Anaya - Codirector
15 min de lectura
Jeider Andrés Paternina Rodríguez tiene 11 años y se forma en la escuela Wilmar Barrios FC. Todos los días cruza la bahía de Cartagena en lancha para cumplir sus sueños. Foto: Lucho Anaya - PrimerTiempo.CO.

Jeiner Andrés Paternina Rodríguez tiene once años. Nació y vive en Caño del Oro, corregimiento ubicado en la isla de Tierrabomba. Todos los días cruza en lancha la bahía de Cartagena para luego subirse a una moto, y llegar a los entrenamientos de la escuela Wilmar Barrios FC. No importa si hace sol, si llueve, o si el mar está picado. Todo por cumplir su sueño: ser un futbolista profesional, ser como su ídolo Wilmar.  

Hijo de Jeiser, un lanchero que trabaja desde el amanecer hasta la noche, y de Yaneisy, que acompaña a su hijo todas las tardes a los entrenamientos, a pesar del miedo que le tiene al mar. Jeiner Andrés le pone a la vida el mismo carácter que pone en la cancha, y sabe que atravesar la bahía dos veces al día hace parte del proceso personal para cumplir el sueño de jugar profesionalmente.

Caño del Oro, erróneamente llamada “Caño de Loro”, es una población ubicada en la zona oriental de la isla de Tierrabomba, frente a Cartagena de Indias. Tiene una historia tristemente célebre, al haber acogido en los siglos XIX y XX, un hospital para enfermos de lepra, en donde eran recluidas para siempre las personas que sufrían de esta enfermedad. En el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, los enfermos fueron trasladados, y el hospital, junto a la iglesia que habían construido al lado, fueron bombardeadas. Y en medio de las ruinas, que aún son visibles desde la bahía, y hacen parte del paisaje característico de la zona, esta comunidad salió adelante.

Allí nació Jeiner. Su madre, Yaneisy Rodríguez Contreras, había nacido en Necoclí, Antioquia, “pero mi mamá es nacida en Caño del Oro”, cuenta. “Yo vine supuestamente a visitar a mi hermana una vez, y me conocí con el papá de mi hijo, y aquí estamos en la lucha por él, por su pasión por el fútbol, y nosotros dispuestos a todos, apoyándolo hasta el final”, apunta ella.

Jeiner tiene once años, nació y vive en Caño del Oro, y está en sexto grado. Foto: Lucho Anaya – PrimerTiempo.CO.

“Yo empecé a jugar fútbol desde que nací”, cuenta Jeiner. “Ahí en la playa, ya casi no me pongo a jugar ahí porque tengo los estudios y los entrenamientos. El fútbol es una pasión, yo me siento feliz jugando fútbol. Yo veía a mi ídolo que es Cristiano Ronaldo, y él me motivó a comenzar a jugar fútbol”, dice.

A los ocho años, Jeiner y su mamá fueron a Necoclí, y se quedaron un año. Allí, Jeiner entró a su primera escuela, la de Juan Guillermo Cuadrado: el volante de la Juventus también nació en ese pueblo antioqueño a orillas del Caribe, y es familiar lejano de Yaneisy.

“Había muchas cosas para aprender, pero me hacían falta mi papá, mi hermana, y la comida de acá”, afirma Jeiner, y recuerda el día en que conoció al jugador de la selección Colombia. “Un día Cuadrado llegó a visitarnos, y todos los del club lo felicitamos y jugamos con él, y le dijo a mi mamá que felicidades porque su hijo es muy bueno… yo me puse más contento”.

Al regresar a Caño del Oro, al papá de Jeiner le contaron que Wilmar Barrios, el futbolista cartagenero del Zenit de San Petesburgo, estaba iniciando un proyecto formativo en la ciudad, y necesitaban jugadores. “Cuando me fui a probar, los dos primeros días estaba jugando mal, porque estaba solo y no conocía a nadie. Después cogí amistad y mi hermano… mira donde estoy yo aquí. Ya tengo hasta hermanos en esta escuela”, cuenta el pequeño volante con su desparpajo natural.

Wilmar Barrios Fútbol Club es un proyecto liderado y financiado por el volante cartagenero de la Selección Colombia, con el que ha impactado positivamente la vida de más de cien niños de escasos recursos en la ciudad, que pueden practicar fútbol y formarse para ser jugadores en el futuro, sin pagar un peso. La escuela, liderada por las personas más cercanas a ‘Wilmita’ en la ciudad, entrena gratis a los jugadores, y les entrega los implementos necesarios para su formación.

“Esta escuela es chévere, me ha gustado, hay muchas cosas para experimentar y salir adelante. El profe Andy nos ayuda mucho para ser un buen jugador, siempre quiere que hagamos las cosas bien”, dice Jeiner. “Yo le agradezco mucho a la escuela de Wilmar Barrios porque nos han apoyado mucho. Voy pa’ lante con mi hijo hasta lo último, hasta que Dios lo permita”, afirma su mamá.

Junto a su madre, Yaneisy, y su hermana Astrid, de ocho años, Jeiner cruza la bahía de Cartagena todos los días, ida y vuelta, para poder entrenar. Foto: Lucho Anaya – PrimerTiempo.CO.

El profe Andy es Andy Ramos, el mejor amigo de Wilmar Barrios y quien lidera todo el proceso del WBFC. “Jeiner como persona, como ser, es un niño especial, muy alegre, cariñoso, muy noble. Usted ve al niño de pronto jugando y se sorprende por el carácter y la personalidad, y creo que eso viene del sacrificio que hacen sus padres y el apoyo que siente de su familia”, explica.

Wilmar Barrios es para Jeiner Andrés no solo su ídolo, sino su ejemplo dentro de la cancha. “Yo soy así como Wilmar, fuerte, porque eso es lo necesitan los volantes, que cuando les tiren el balón no la pierdan, controlando bien y haciendo las cosas bien. He demostrado mucho carácter en el equipo, lo he ayudado mucho. Me siento más cómodo de volante cinco, ayudo a mi equipo abajo, y cuando me toca responder, respondo, pero también me están utilizando como lateral derecho”, relata emocionado.

El profe Andy resalta las condiciones futbolísticas de Jeiner, las que, para él, son similares a la de la estrella cartagenera. “Yo le digo “el mini-ñau” porque es un jugador con el carácter, el temperamento y la agresividad de Wilmar. Usted lo ve, y cuando entra al campo se transforma, tiene hambre de salir adelante, yo voy con él a la guerra. De pronto no sea el más vistoso, pero técnicamente es bien dotado, tiene garra, entrega y sacrificio, y no dar ningún balón por perdido”, apunta.

Aunque la escuela sea gratuita, y Wilmar Barrios financie toda la formación de los niños, son muchos los sacrificios que la familia de Jeiner tiene que hacer para que el pequeño de once años pueda asistir todos los días a los entrenamientos, y estar en cada partido. No es fácil, ni es económico, para una familia de pocos recursos viajar todos los días a Cartagena desde la Isla, pero ni Yaneissy, ni su esposo Jeiser, escatiman en esfuerzos para apoyar la pasión de su hijo.

“Yo estoy en sexto y en la mañana voy al colegio. A mediodía llego a la casa, ayudo a mi mamá con los oficios y hasta con el almuerzo, y luego salimos corriendo a coger la lancha. El mar nos queda a una esquina, entonces cogemos la lancha, nos bajamos en Albornoz, y desde ahí cogemos moto hasta donde tenga que entrenar, en Las Gaviotas o en el estadio. A mí me da miedo, cuando hay mareta se pone muy pesado, siento que nos vamos a voltear en la lancha”, relata Jeiner.

Ese miedo al mar lo comparte con su mamá. “Es muy difícil la transportada para acá, le tenemos miedo al mar y cuando hay mareta más, cuando se pone todo oscuro que es difícil ver, y hay veces después de las prácticas uno tiene que pasar de noche. Pero por mi hijo, vale la pena ese sacrificio”, enfatiza Yaneisy.

Jeiner y su mamá cruzan la bahía entre Caño del Oro y Albornoz, sin importar si es de noche o hay maretas. Foto: Cortesía.

Jeiner sabe que lo que hace él, y lo que hacen sus papás diariamente para que él entrene, no es fácil. “Todos los días tengo ganas de venir a entrenar, así me toque hacer muchos esfuerzos. Nos toca pagar la lancha todos los días si mi papá no nos puede buscar”, cuenta. De pronto, rompe en llanto, y el carácter que tanto muestra en la cancha no alcanza a ocultar a un niño emocionado y sentimental que reconoce los esfuerzos de sus padres.

“Me pongo a llorar porque mis papás hacen muchos sacrificios, y yo quiero ser futbolista y que se sientan orgullosos…”, reconoce entre lágrimas.

“Lo que hace su papá es muy fuerte. Sale a las cinco de la mañana y llega casi en la noche, así haya mal tiempo, así haya maretas. Llega a la casa molido, con dolores de cintura, tengo que hacerle masajes”, cuenta Yaneisy. “Él (su marido) ha llorado, me dice que se siente cansado, pero yo le digo que vamos pa’ lante”.

Yaneisy comenzó a apoyar económicamente a su marido: todos los lunes cocina y vende asados, y todos los días, vende chichas. “Así puedo seguir apoyando al niño en su pasión, y siempre estar ahí. Yo sé que Dios nos tiene algo muy bueno a nosotros”, afirma convencida.

“Jeiner es fundamental para nosotros, nos transmite mucha motivación para seguir ayudando y sirviendo. Uno de los objetivos del club es tener jugadores de estas condiciones, y eso hace que le tengamos más cariño al fútbol”, describe el entrenador Andy Ramos. Para él, el carácter que Jeiner muestra en la cancha viene de sus papás, y de ver los sacrificios que hacen por su sueño.

“Él tiene las condiciones para cumplir su sueño. Siempre recuerdo las palabras del maestro Agustín Garizábalo, que dice que en el fútbol llegan los que tienen una buena historia por contar, y la de Jeiner va a recorrer el mundo de manera positiva. Es un ejemplo a seguir, los compañeros ven su esfuerzo, su día a día, y se sienten motivados para salir adelante, viendo el sacrificio y el esfuerzo de sus padres”, apunta Ramos.

Uno de los mejores días de la vida de Jeiner fue cuando conoció a Wilmar Barrios. “Uff, yo me moría de las ganas de conocer a Wilmar, yo cuando lo veía en televisión me ponía a llorar. Y cuando lo conocí, se me iba a salir el corazón”, cuenta el pequeño.

“Nos conocimos en un hotel, que fuimos a recrearnos con él y la pasamos chévere. Nos bañamos en piscina, nos dieron comida, muchas cosas”, recuerda emocionado Jeiner. “Cuando él vio a Wilmar él se emocionó, tanto que hasta lloró. Le dije que lo saludara y me decía que no podía, que le daba pena. Cuando Wilmar se fue tomando fotos uno por uno, Wilmar lo abrazó y se emocionó muchísimo”, apunta Yaneisy.

Jeiner sueña con jugar en el Real Madrid, pero también en el Jaime Morón, para que lo aplauda su gente. Foto: Lucho Anaya – PrimerTiempo.CO.

“Me dijo “usted es un caballo””, recuerda Jeiner. “Y yo más contento, mi mamá casi llora”, cuenta mientras se ríe. “Es que mi sueño es ser como mis dos ídolos, como Cristiano y como Wilmar”.

“Wilmar siempre está pendiente a él”, revela Andy. “Él siempre está buscando la manera de brindarle las comodidades, como a todos los niños de la escuela”.

A Jeiner le gustaría jugar en el Real Madrid, pero también hacerlo en Colombia con América de Cali. Y con Real Cartagena, “para que me vean aquí en el estadio”. Él, dueño de una historia de sacrificios y esfuerzos por su sueño, suelta un consejo desde el corazón para todos los que quieren, como él, llegar a ser estrellas en el fútbol.

“Que no pierdan su pasión, que el fútbol es muy bonito, háganlo todo con mucho amor”.

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En el periodismo desde 2010. Cofundador y codirector de PrimerTiempo.CO. Narrador deportivo. Contacto: luchoanaya@primertiempo.co.