Eder Enrique Hernández nació en Barranquilla en 1982, con raíces palenqueras, pero ligado a Cartagena. Con amplia experiencia y recorrido en el fútbol venezolano, Hernández tuvo su mejor momento en el Real Cartagena en 2005. Pieza clave en el mediocampo de Hernán Darío Herrera, era el dueño de los penales, y aportó tres goles a la campaña.
Hernández anotó el tercer gol de la paliza 4-0 ante Independiente Santa Fe que clasificó a Real Cartagena a la final de la Copa Mustang II 2005, y cuenta que por la emoción, no pudo seguir jugando. Desde afuera sufrió el penal que le dio el tiquete a la final al equipo en el último instante, cobro que realizó Luis Omar Valencia, pero que en el papel, debía haber ejecutado él.
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Llega a Real Cartagena como esa cuota de talento y experiencia que necesita el grupo, ¿qué nos puede decir de eso?
«La temporada anterior había estado con Expreso y allá todo ese año había jugado de volante ofensivo, más suelto. Cuando llego a Real Cartagena en esa temporada, el profe me dice que no me va a utilizar en esa posición, que quería que hiciera línea de tres en la mitad, con el ida y vuelta. Al principio se me hizo bastante complicado adaptarme a la posición, al recorrido, pero pude agarrar la vuelta a la posición. Pienso que ese fue un acierto del profe, porque fue una posición donde pude conocer bastante y desempeñarme de la mejor manera».
Fue uno los pilares del mediocampo para Hernán Darío Herrera…
«A raíz del rendimiento y la confianza que el profe depositó en mí, eso fue fundamental. A través de los partidos fui agarrando esa confianza y también por ende la confianza del profe, eso permitió que mi rendimiento fuera óptimo y fuera el mejor. Además al lado de los compañeros que tenía en la mitad del campo, que funcionábamos de la mejor manera. Logramos conocernos mucho, hablo de Luis Omar, Fram, Yepes, con ellos logramos conformar un mediocampo muy equilibrado».
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Muy recordado el golazo a Santa Fe para poner el 3-0 aquella tarde en el Pedro de Heredia…
«Con ese gol tengo algo muy especial. Recuerdo que fue un tiro de esquina a favor de Santa Fe, un rebote, Carlos Váldes me entrega la pelota y arranqué desde el campo nuestro, ahí en el borde del área hago una pared con Carlos Castillo, quedo frente a “Neco” y logro convertir. Fue tanta la emoción de ese día que no pude seguir jugando, con tanta euforia, alegría, sentía que lo había dado todo».
Usted era el encargado de cobrar los penales, pero no estaba en el momento ¿qué sintió cuando Luis Omar Valencia toma esa responsabilidad ante Santa Fe?
«Sí, yo era el encargado de patear los penales. Como te dije, de la alegría se me fue todo, por eso no pude seguir jugando ese día, además que ya era el final del partido. Cuando sucede lo del penalti, el profe me queda viendo y me dice “¿ahora qué?” Yo le dije que Tavima, porque Tavima también pateaba fuerte. El profe le dice que patee él, y Tavima dice que no. Ahí es donde Luis Omar agarra la pelota, patea y para fortuna nuestra, gracias a Dios convierte y es el gol que nos da la posibilidad de alcanzar la final».
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¿Cuál o cuáles fueron las claves para llegar a la final?
«Primero que todo éramos un verdadero equipo, se conformó un muy buen equipo, tanto en lo personal como en lo deportivo. Ahí tanto la directiva como el profe Hernán Darío acertaron en la escogencia de los jugadores que podían adaptarse en ese momento al Real Cartagena. Era un equipo muy unido que salía a jugar en cualquier cancha, independientemente del rival y la plaza a la que fuéramos, nunca cambiamos nuestro sistema, nunca cambiamos nuestra manera de jugar. Fuera en la altura o el rival que fuera, nunca cambiamos y siempre jugamos a lo mismo. Esa es una de las claves que nos permitió llegar a la final».
Si pudiera volver a ese día, ¿qué cambiaría para llevarse el título?
«Yo no cambiaría nada en la cancha. En esa cancha le habíamos ganado a todos los rivales, a excepción del Medellín. Lo que yo creo que nos pudo haber pesado fue el tema de la inexperiencia, porque era un grupo joven. Aunque también pienso que esa fue una de las claves de nuestro éxito. Otra cosa que nos ayudó es que en ese año había norma y para mí teníamos los mejores sub-20, inclusive jugábamos con tres y cuatro: Valdés, Tavima, Preciado. Pero no cambiaría nada, en esa cancha y en ese lugar, fuimos muy fuertes».